miércoles, 24 de agosto de 2016

TOLERAR LA FRUSTRACIÓN DE LOS NIÑOS/AS

Consejos para enseñar a tu hijo a tolerar la frustración

Aprender a tolerar la frustración desde pequeños permite que los niños puedan enfrentarse de forma positiva a las distintas situaciones que se les presentarán en la vida.
La frustración es una vivencia emocional que se presenta cuando un deseo, un proyecto, una ilusión o una necesidad no se llega a satisfacer o a cumplir.
Cuando un deseo o una ilusión no se cumplen, a causa de la frustración, los adultos -y también los niños- experimentan en mayor o menor medida una serie de emociones como el enfado, la tristeza, la angustia, la ansiedad, etc. Al mismo tiempo, se trata de vivencias personales, por lo que cada uno puede enfrentarse y reaccionar ante estos hechos o eventos de manera diferente.
Tolerar la frustración significa ser capaz de afrontar los problemas y limitaciones que nos encontramos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse y desarrollarse .
La frustración es un estado transitorio y, por tanto, no permanente: no hay que confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia al fracaso.
En la vida, hay situaciones en las que conseguimos nuestros objetivos, deseos, etc., y otras en las que no.
 En la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que lo merecen todo y que consiguen al momento lo que piden. No saben esperar porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los demás . Es entonces cuando hay que empezar a enseñar a los niños a tolerar la frustración. 
Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, los pequeños no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas. Por ello, en la edad adulta, seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
Intentar complacer siempre a los niños y evitar que se sientan frustrados ante cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona , ya que cuando sean adultos deberán enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de fracaso. Existen teorías que defienden que, si no se enseña a los niños a aceptar los fracasos, es posible que desarrollen una actitud agresiva reincidente.
En general, los niños con poca tolerancia a la frustración:
  • Tienen dificultades para controlar las emociones.
  • Son más impulsivos e impacientes.
  • Buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata, por lo que, cuando deben enfrentarse a la espera o postergación de sus necesidades, pueden tener rabietas y llanto fácil.
  • Son exigentes.
  • Pueden desarrollar, con más facilidad que otros niños, cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos o dificultades mayores.
  • Creen que todo gira a su alrededor y que lo merecen todo, por lo que sienten cualquier límite como injusto ya que va contra sus deseos. Les cuesta comprender por qué no se les da todo lo que quieren.
  • Tienen una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
  • Manifiestan una tendencia a pensar de forma radical: algo es blanco o negro, no hay punto intermedio.
Muchos padres intentan reducir o evitar las fuentes que causan frustración en el niño, y terminan por convertir cualquier de sus fracasos en un nuevo éxito. Para prevenir esta situación y conseguir que el niño tolere la frustración, los padres deben evitar la sobreprotección y no abusar de la permisividad . La conducta permisiva se manifiesta, con frecuencia, al ceder ante cualquier requerimiento del niño, de modo que este siempre consigue lo que quiere y nunca se enfrenta a situaciones negativas, problemáticas o frustrantes.

Técnicas para tolerar la frustración

Para enseñar al niño a tolerar la frustración, existen consejos útiles que detallamos a continuación:
  1. Dar ejemplo. La actitud positiva de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.
  2. Educarle en la cultura del esfuerzo. Es importante enseñar al niño que es necesario esforzarse. Así aprenderá que el esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus fracasos.
  3. No darle todo hecho. Si se le facilita todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al fracaso.
  4. No ceder ante sus rabietas. Las situaciones frustrantes derivan, en muchos casos, en rabietas. Si los padres ceden ante ellas, el pequeño aprenderá que esa es la forma más efectiva de resolver los problemas.
  5. Marcarle objetivos. Hay que enseñar al niño a tolerar la frustración poniéndole objetivos realistas y razonables, pero sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea incapaz de superar.
  6. Convertir la frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una excelente oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma, podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.
  7. Enseñarle a ser perseverante. La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá controlar la frustración en otras ocasiones.
Ante la frustración, hay que enseñar a los niños formas positivas de hacer frente a estos sentimientos adversos. Para ello, se pueden utilizar distintas estrategias:
  • Enseñarle técnicas de relajación. Todos nos enfrentamos a las situaciones adversas de una forma más positiva si estamos relajados. Un buen consejo es enseñar a los pequeños a aumentar su tolerancia a la frustración a través de la relajación del cuerpo.
  • Enseñar a identificar el sentimiento de frustración cuando aparezca. Por ejemplo, “Juan está rabioso porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra y tómate más tiempo”.
  • Enseñar al niño cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda, mientras que otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a intentar encontrar una solución primero. Si se siente frustrado al realizar alguna tarea, debemos intentar enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías hacer en lugar de enfadarte o abandonar la tarea?”.
  • Representar papeles. Se puede jugar con el niño a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el pequeño tiene que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque. Primero, el niño interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede animar a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el problema.
  • Reforzar las acciones apropiadas del niño. Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira ante la frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.
  • Modificar la tarea. Enseñar al niño una forma alternativa de alcanzar el objetivo.
En resumen, cabe recordar que la frustración forma parte de la vida. Aunque no se puede evitar, se puede aprender a manejarla y superarla, y aumentar de esta forma la tolerancia a la misma.
 Aprender a tolerar la frustración facilita que nos enfrentemos con éxito a la vida
Por ello, cuanto antes aprendamos, mejor.

sábado, 20 de agosto de 2016

TODOS LOS NIÑOS/AS DEBERIAN DE JUGAR CON MATERIALES NO ESTRUCTURADOS


Siempre había pensado que los niños no necesitan excesivos juguetes y que a menudo disfrutan más con el envoltorio que con el propio material en sí. Pero ser educadora me ha hecho profundizar en esta afirmación tan sencilla, reflexionar sobre qué materiales le ofrezco,  y que posibilidades de juego desarrollará con cada cosa que se encuentre en su camino.
La realidad es que muchos de los juguetes que tienen los niños/as para jugar han acabado en el olvido. 
¿Cuál es el secreto del éxito?
Seguramente lo más importante es que ese juguete tenga alguna relación con su destinatario, tanto con sus intereses como con la etapa evolutiva en la que se encuentra. Vaya, que a un bebé gateador no le regalaríamos una bicicleta o a un niño de 10 años no le regalaríamos un correpasillos, 
¿verdad?
Pero aparte de observar cuál es el interés del pequeño creo que es importante que al menos varios de los materiales que tenga el niño a su alcance sean “juguetes” no estructurados. Es decir, materiales que no tengan ningún fin concreto. Con ello me refiero a bloques de madera, piedras, palos, cajas de cartón, etc. Como ves, no tienen ni porqué ser juguetes. 
En cambio, los juguetes estructurados son aquellos que tienen un fin concreto, en los que el propio material ya indica para que sirve (un puzzle, por ejemplo) o bien son juegos en los que hay instrucciones y normas claras (deportes de equipo, juegos de mesa, etc.).
¿Pero por qué es importante ofrecer materiales no estructurados? 
Pues porque cuando les damos juguetes a los niños con un diseño muy específico (herramientas de trabajo, tazas y platos de juguete, coches con luces y sonidos, etc.) realmente no está surgiendo el “juego simbólico” sino que es “imitativo”: los niños usan esos materiales imitando lo que hacemos los adultos con ellos y usándolos literalmente para lo que sirven. 
Pero el juego realmente simbólico nace cuando los niños recrean algo distinto sobre un “material, juguete o artilugio”, es decir, cuando juegan a coches con piedras o esas mismas piedras se convierten en monedas, cuando a unas maderas les dan el valor de una plancha, o un teléfono… 


  • palos
  • piedras
  • tronquitos de todo tipo
  • piñas
  • conchas
  • tapones de botellas de agua
  • rollos de papel de wc
  • tapones de corcho
  • botellas de plástico
  • cartones

Abasteciéndoles de todo tipo de juguetes, uno para cada cosa y función (les compramos la cafetera, les regalamos las tacitas, o todo tipo de coches, puentes, etc. etc.) estamos dificultando que nazca un juego de creación y se quedan sólo en la imitación.
No hace mucho me contaron una anécdota que me hizo reflexionar y creo que tiene relación con este tema. Me dijeron que cuando observaba que su hija jugaba a algo sin parar con algún material no estructurado (por ejemplo, jugaba a planchar ropa usando como plancha una madera) si le compraba la plancha de juguete la niña dejaba de jugar a eso. Y pienso que precisamente es porque la recreación que ella hacía, el juego simbólico al que jugaba, desaparecía al tener una plancha en sus manos. Era demasiado real y quedaba menos espacio para la imaginación.
Por supuesto que no estoy defendiendo que los juguetes no son útiles, necesarios o divertidos. Porque no se trata de elegir entre “juguetes estructurados” y “juguetes no estructurados”.  Pues seguramente todo es bueno y adecuado, ¿no? Por eso creo que, junto a los juguetes clásicos de toda la vida que todos tenemos en mente, es ideal poner a su alcance materiales no estructurados.
En realidad, esto no requiere mucho de nuestra parte… porque la cosa menos pensada sirve para jugar. Incluso… sin ningún material puede surgir el juego no estructurado, solo con la imaginación.
Por si necesitáis inspiración, os dejo algunas ideas para que podáis ver como los materiales no estructurados pueden ser de muchos tipos y cualidades.
Elementos de la naturaleza
Creo que la naturaleza es un lugar perfecto de juego, en el que todo es no estructurado. Como no hay juguetes en ella, los niños se abastecen de ella para recrear cuanto necesitan imaginar.
Suelen jugar con:
Materiales de reciclaje
En realidad, cualquier objeto sirve para jugar de forma imaginativa, incluso aquellos que para los adultos ya no tienen finalidad y van a la basura. Por ejemplo:
Materiales comprados
Por suerte, cada vez más marcas y fabricantes están elaborando materiales no estructurados, que tienen un diseño cuidado, con materias primas de calidad.  Materiales que en sí no son nada, pero que a través de la imaginación del niño se convertirán en lo que él necesita.
BENEFICIOS DE LOS JUGUETES NO ESTRUCTURADOS
 Este tipo de materiales tienen un montón de beneficios para el niño:
Estimulan el pensamiento creativo: este tipo de objetos no tienen una función clara así que es el niño quien debe darles una finalidad y crear las historias que quiera.
Se adaptan a la etapa evolutiva del niño: como este tipo de materiales no tienen una finalidad concreta y están poco elaborados van a acompañar al niño durante más años porque se adaptarán a su desarrollo y cambio de intereses.
Evita la sobreestimulación: no hay luces y no hay sonidos, por lo tanto, no hay estímulos externos sino que tienen que salir de dentro del niño. A veces pensamos que si un juguete no es bastante estimulante… el niño se va a aburrir. 
¡¡¡Pues genial!!!!
 El aburrimiento es un escenario magnífico para que la imaginación salga a escena.
Seguro que muchos ya tenéis este tipo de materiales en casa. Para quienes no tengáis, os animo de verdad a recolectar o comprar todo tipo de elementos y permitir que vuestros hijos los usen sin instrucciones ni direcciones. No hay nada más gratificante que ver como los peques crean mundos fantásticos e historias increíbles prácticamente de la nada.
Con el material menos pensado, con los elementos más sencillos, la magia del juego sucede.

martes, 16 de agosto de 2016

Educación Tradicional o Educación alternativa, esa es la cuestión


Me gustaría compartir con vosotros un artículo de Educación en Movimiento, 
RosarioNoticias.info, sobre la "Educación Tradicional o Educación alternativa, esa es la cuestión".Es un tema que me parece muy interesante que lo leíais.




Hay muchas maneras de enseñar o traspasar conocimientos. Habrán oído decir que la vida enseña cosas que no se aprenden en la escuela. Pero para llegar a la secundaria o a la Universidad, hay que tener conceptos básicos. En Santa Fe existen dos instituciones que encontraron la forma para que el estudiante decida cómo aprender. 
Más de uno hubiera querido que las clases de matemáticas sean un poco más didácticas o que física y química no hubieran sido un dolor de cabeza. Eso es lo que intentan hacer desde “La Cecilia” y “Los Trigales”. 
Acercar a los niños los mismos conocimientos de una educación tradicional, pero enseñados de otra forma y donde se valoren más los intereses de los estudiantes, gustos y grupos afectivos para que el saber no genere malestar.


RosarioNoticias.info dialogó con Ginés del Castillo, representante legal de  La Cecilia, con Floriana Passet, secretaria de la Asociación Civil Escuela Los Trigales y con el Director del Servicio Provincial de Enseñanza Privada, Profesor Carlos Battaino, para que expliquen cómo es esto de enseñar de una manera diferentes los conceptos, por qué los padres deciden acercar a sus chicos a este tipo de instituciones y qué rol cumple el Ministerio de Educación en este camino del aprendizaje.

Ginés del Castillo es el representante legal  de la Escuela de La Nueva Cultura "La Cecilia" (Escuela Primaria Incorporada N°1385 – Escuela Secundaria N°3156) ubicada en la Ruta Provincial N°5 en Monte Vera, Santa Fe, que cuenta con 120 alumnos entre nivel inicial, primario y secundario. Este establecimiento lleva 25 años ininterrumpidos de una educación distinta. “Empezó como una idea de un grupo de padres que queríamos otra educación para nuestros hijos”, reveló. “Pensamos que el sistema tradicional no sólo que no es bueno, sino que es dañino para nuestros hijos”, sentenció Del Castillo. Cree que la escuela como se la conoce habitualmente “intenta, aún con las mejores intenciones, formatearlos, clonarlos o reproducir la cultura”.

Pese a buscar el mismo objetivo, darle otra educación a sus hijos, Floriana Passet, quien secretaria de la Asociación Civil Escuela Los Trigales y mamá de un alumno que asiste al colegio, no cree que la educación tradicional “sea mala”.  Pero, ella como madre, busca que su hijo tenga una formación “más humana e ideal”.

“La Cecilia” es considerada una escuela rural por lo tanto se han acogido al sistema de plurigrado o pluriaño, según lo permite el Ministerio de Educación. “Fijamos un tope de unos 10 chicos por aula, por maestro. Y luego hacemos agrupamientos socioafectivos. Hay grupos bases, pero después si hacemos otra actividad, se pueden desarmar y se juntan por intereses comunes y no por grupo de amigos”, detalló Del Castillo.

“Armamos una grilla de materias como todas las escuelas por horarios y las ofrecemos así, pero los chicos pueden elegir dónde van o no”, detalló. Las materias las hay “convencionales” y otras que no, como la Asamblea. Las primeras, “antiguamente las tenían que cumplir, actualmente no están obligados”. Ante esta libertad, las personas se pueden preguntar: ¿Pero cómo deciden si quieren estudiar tal o cual cátedra?, La respuesta fue simple por parte del titular de  “La Cecilia”: “A veces se frustra una carrera, se interrumpe la trayectoria escolar de una persona o lo hacen repetir y a veces hasta abandona por algo que no va a usar en su vida”. Y agregó: “No todos tienen que aprender las mismas cosas sino que cada uno tiene que descubrir cuál es su capacidad e interese y una vez que tiene  eso definido desarrolla”.
Esta manera de “amigarse” con algunas materias hace que a la hora de clase, no haya chicos que se dispersen o que haya problemas de conducta porque según Del Castillo “las clases son mucho más intensas, animadas y eficientes porque los chicos que van a una clase en la que están todos interesados”.

Passet explicó a RosarioNoticias.info que en el caso de “Los Trigales”, Escuela Particular Nº 1486 ubicada en San Justo, se toma a “la expresión artística como canalizadora e integrante de la vida cotidiana y de la búsqueda del conocimiento”. “El arte ocupa siempre el primer lugar como catalizador”, expuso.  “Hay tres grandes grupos: el de los más chiquititos, el intermedio y el de los más grandes”, detalló quien es mamá de uno de los alumnos de la escuela que depende del Instituto Speroni de La Plata.

La educación de los hijos es uno de los pilares fundamentales que cualquier  padre quiere asegurar. 

Por lo general, el método educativo al cual todos acceden es al de la educación tradicional, pero ¿qué es lo que lleva a una familia a elegir este tipo de variantes? Ginés del Castillo fue concreto, no quería que a sus hijos los “formateen” y asegura que “el interés por este tipo de educación está aumentando”. Mientras que Passet  califica a “Los Trigales” como una “escuela muy sincera”. “Mi hijo vive en la escuela como vive en mi casa, no hay diferencia entre un ámbito y el otro. Los valores que imparten son los mismos que intento darle a mi hijo, que es el respeto absoluto por el otro, la responsabilidad absoluta sobre la tareas y las acciones, la necesidad de la convivencia y el respeto por la diferencia, detalló.

Educar a los chicos en este ámbito también genera algunos gastos, pero si se toma a la Educación como la base importante para el desarrollo del niño, a más de una familia los costos no le serán un problema. Según un formulario de incripción para el ingreso 2016 a “La Cecila” el valor de las cuotas es de $1250 para el nivel inicial y primario y 41445 para el secundario. Mientras que en “Los Trigales” la cuota es de $850, según explicó la secretaria de la Asociación Civil de dicha institución.

Ahora bien, si los padres pueden acceder a este tipo de enseñanzas porque creen que la mejor para sus hijos, el otro interrogante es si el Ministerio de Educación avala este tipo de instituciones y la respuesta es sí. RosarioNoticias.info dialogó con el Director del Servicio Provincial de Enseñanza Privada, Profesor Carlos Battaino quien aseguró que desde la cartera apoyan este tipo de iniciativas “innovadoras” porque “hay alumnos que necesitan otro recorrido educativo”.

Tanto “La Cecilia” como “Los Trigales” “se ajustan” a las “normativas” del Ministerio de Educación de la Provincia. “Al contenido el alumno lo tiene que tener, el conceptual y procedimental. Ahora, el recorrido que hace que el alumno se apropie de ese contenido en las escuelas, es diferente”, señaló.

“Hay alumnos que necesitan otro recorrido educativo y por eso la Provincia avala y acompaña”, manifestó Battaino.  “Estamos de acuerdo con este tipo de proyectos educativos porque estamos tratando de buscar pedagogías innovadoras y que nuestros estudiantes puedan acceder al conocimiento de la manera que más práctico le resulte. Lo importante es que el conocimiento esté con el alumno”, concluyó.

El conocimiento es uno solo, el saber nunca ocupa lugar. Ahora lo que los padres tienen que definir, es cómo prefieren que esos conceptos se den. 

¿Educación tradicional o educación alternativa?, esa es la cuestión.

¡¡Cuidado con los aparatos que "enseñan" a andar!!

Hoy en día tenemos mucha información y se han llevado a cabo muchas investigaciones que nos llevan a saber que no hacen falta aparatos para que los niños aprendan a andar, a sentarse… de hecho tampoco necesitan a un adulto que le enseñe (podéis leer a Emmi Pikler y toda su investigación sobre el movimiento en libertad).
Cuando un adulto “cree” ayudar a un bebé poniéndolo sentado, cogiéndolo de las manitas para “hacerle andar”, llevándolo en un arnés en el que el niño va colgado de sus genitales, en un asiento que le hace estar sentado o lo coloca en un “tacatá” para que se divierta, lo que en verdad está haciendo es interferir en su desarrollo, crearle dificultades que antes no tenía, ponerle barreras a un camino que el niño está PREPARADO para recorrer, a un camino que NO hay que enseñarle porque su propia naturaleza y su capacidad de aprender, de curiosidad le va a ir llevando a alcanzar esos hitos. (excepto si hay una razón que se lo impida y en ese caso deberá ser evaluado y si es necesario tratado por un especialista).
Los adultos, no son conscientes de que esas prácticas que tenemos tan normalizadas dificultan un maravilloso camino que el niño es capaz de construir por sí mismo y es precisamente el niño el que debe de llevar el control, querer correr, querer acelerar etapas, querer “saltarnos escalones” de ese proceso va a repercutir en el futuro ya que unos aprendizajes se apoyan en los siguientes y así sucesivamente, por lo que cuando el niño tenga que volver y apoyarse en etapas previas que el adulto ha hecho que se salte, este necesitará un esfuerzo adicional para superarlas ¡con lo sencillo que hubiera sido simplemente respetar su desarrollo!
Ningún aparato, va a enseñar a andar, ni a sentarse, ni ningún juguete a hablar… 
En cambio sí que pueden crear dificultades en el desarrollo motor, cognitivo, en la riqueza del juego, en la confianza en sí mismo, en su autoestima…
Si tenemos en cuenta lo que supone poner a un niño en un tacatá  quizá nos ayude a cuestionarnos si es adecuado para los bebés:
-La postura: ¿sobre qué parte de su cuerpo va colgando un bebé que han puesto en un tacatá? Sobre sus genitales. Un niño que inicia la marcha de forma autónoma, no se apoya sobre estos, sino que tiene el suficiente tono, el suficiente equilibrio para aguantar su propio cuerpo sobre sus pies.
-Los pies: el niño colocado en este aparato no tiene por qué colocar su pie correctamente puesto que no es necesario tener equilibrio ni tono para no caerse, la única motivación es avanzar, así que el pie suele colocarse “de puntilla” impulsándose con ellos (nada parecido a lo que necesitará más adelante para andar por lo que aprende una forma de desplazamiento que después debe “desaprender”)
-El equilibrio: el niño no tiene que descubrir que para avanzar primero debe de ser capaz de verticalizarse y tener equilibrio, de esta manera no tiene oportunidad de descubrir por sí mismo lo que es el control de su cuerpo.
-Control del cuerpo: el niño no necesita ponerse de pie, tener equilibrio e ir avanzando mientras juega con ese equilibrio/ desequilibrio que le va a permitir descubrir su cuerpo, sus posibilidades, sus limitaciones, ir creando una confianza en sí mismo… No necesita parar, ya que no se cae, no se hace daño porque el aparato golpea en vez de su cuerpo, no le ayuda a medir distancias ni a aprender cuando debe parar.
-Los brazos: toman un papel pasivo, en muchas ocasiones, según el tipo de aparatos, incluso no pueden bajarlos porque hay una bandeja (en ocasiones con juguetes) que se lo impide.
-Las manos: en esta época cobra gran importancia la manipulación, gracias a la coordinación de la prensión, la succión, la visión, gracias a manipular objetos… se va desarrollando la inteligencia del bebé, la manipulación es esencial, de hecho, una de las cosas que motivan a un niño a moverse o a “llegar a” es precisamente la necesidad de tomar objetos.
Un niño en un tacatá no puede agacharse a coger nuevos objetos, no puede recuperar lo que se le cae de la bandeja, en definitiva, reduce la necesidad manipulativa del niño. 
Es cierto que algunos aparatos vienen de serie con juguetes fijos en la bandeja… pero es que el niño no necesita sólo tocar juguetes, necesita agarrarlos, llevarlos hasta la boca, agitarlos, golpear unos con otros, lanzarlos, recuperarlos, esconderlos, verlos aparecer… y esto no es posible con unos objetos fijos a una bandeja (que además suelen ser de plástico por lo que también limita sus experiencias sensoriales).
Un bebé cambia constantemente de postura, si observamos a un niño que se mueve libremente, aguanta muy poco tiempo en una misma postura: voltea, de queda de costado, repta o gatea hasta un objeto, lo agarra, voltea hasta quedarse boca arriba o se sienta para examinarlo durante unos minutos (o segundos), vuelve a por otro objeto… Si el bebé (como es lógico) no puede ni entrar por sí mismo al tacatá, ni salir de él si se cansa y tampoco sabe hablar aún… ¿Qué opciones le quedan? El lloro para comunicarse, ya que es dependiente totalmente del adulto para poderse cambiar de postura. Por lo que no estará aprendiendo a ser autónomo (aunque a simple vista nos lo parezca porque se entretiene moviéndose de un lado al otro de la habitación) porque no le estamos dando la oportunidad de crear herramientas que le sirvan para ir avanzando hacia su autonomía, al revés, depende del adulto hasta para cambiar de postura.
Colocar a un bebé en el plano vertical antes de haber adquirido el horizontal, genera un cambio en este que no ha sido construido por el niño, su visión tiene que ir “más allá”, siendo muy diferente de un niño que está en el suelo y primero observa los objetos, sus manos, a poca distancia para una vez ha conquistado todo el plano horizontal (el que divide el espacio en arriba y abajo y que es necesario para desarrollar la convergencia visual y el enfoque de los ojos) empezar a conquistar el vertical (mucho más amplio y con más profundidad).
Cuando un niño aprende a andar por sí mismo, un paso muy importante es la marcha lateral apoyando las manos sobre los muebles, las paredes… sus pies no están todavía colocados en la postura de andar hacia adelante. Este importante paso nos lo saltamos al colocar a un bebé en estos aparatos, ya que su marcha se dirige hacia adelante.
Dificulta el gateo, ya que le resta oportunidades de estar en el suelo y de moverse libre y autónomamente.
Dificulta el desarrollo de los reflejos de caída, necesarios para “poner las manos” cuando se va a caer.
Uno de los aspectos que ha hecho que este tipo de aparatos esté prohibido en algunos países (Canadá por ejemplo) es la posibilidad de sufrir lesiones, caerse por las escaleras…
El Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones Infantiles de la asociación española de pediatría (AEP) lo expresa claramente “¿Cuál es el mejor andador para un bebé?… El que no se usa. Los andadores no aportan ningún beneficio para que los niños aprendan a caminar, y además multiplican el riesgo de accidentes”.
Muchas de las razones arriba expuestas que explican por qué no beneficia al bebé el uso del tacatá, son válidas igualmente para aparatos como los arneses en los que el bebé va colgando de los genitales (o de otra parte como las axilas) y el adulto sujeta desde arriba para que el niño ande, o coger al bebé de las manitas para que dé pasitos…
Pero para entender esto mucho mejor, lo mejor es recurrir a qué es lo que hace un bebé cuando no se le enseña, es decir, cuál es la secuencia normal de movimiento en libertad y podremos observar la cantidad de pasos que “nos saltamos” cuando colocamos a los bebés en diferentes aparatos o “les enseñamos” a andar, a sentarse… Hablamos de secuencia porque lo importante no es la edad a la que se llega sino el paso por ellas, una detrás de otra, ya que cada hito se va apoyando en el anterior a modo de escalera:
El niño está boca arriba, se mira las manos, se las chupa y en un determinado momento, descubre que la mano puede cruzar su línea media, aprende a levantar las piernas, los pies… todo esto le permitirá voltear.
Volteo de boca arriba a boca abajo y posteriormente de boca abajo a boca arriba.
Reptado (primero sobre la tripa, como si fuera un reloj, pero ya le permite coger objetos que se encuentran alejados, luego hacia atrás y finalmente hacia adelante). El reptado y el volteo, le permitirán ya ir desplazándose por el espacio, adquirir cierta autonomía.
El gateo le permitirá desplazarse mejor por el espacio y al ser contralateral (se mueve una pierna con el brazo contrario) conecta los hemisferios cerebrales y hace posible el desplazamiento corporal organizado y el equilibrio del cuerpo (este patrón cruzado no se desarrolla cuando el niño va en un tacatá, se agarra al bebé de las manitas, va colgando de un arnés…)
A la par que el gateo, antes o después, el bebé aprenderá a sentarse solo, al haberlo conquistado por sí mismo sin que nadie le haya colocado en esta postura, será capaz de abandonar la postura cada vez que se canse, que quiera recuperar un juguete… explorará los objetos desde esta posición, que pronto abandonará para alcanzar otros. Se apoyará correctamente sin sobrecargas.
El bebé descubrirá que ES CAPAZ de controlar su cuerpo, de moverse por el ambiente, es decir que es el PROTAGONISTA de su historia no un mero espectador que se tiene que limitar a lo que los demás le ofrecen o cómo le colocan, sentando las bases de su autoestima.
Después aprenderá a colocarse de rodillas, se apoyará en los muebles y aprenderá a ponerse de pié gracias a múltiples posturas intermedias.
Adquirirá la marcha lateral y más adelante, tras muchos ensayos, muchos cambios de postura… emprenderá la marcha propiamente dicha.
Pero el desarrollo motor, no es simplemente “aprender a andar”, sino que está relacionado con el desarrollo cognitivo, el lenguaje, el afectivo… Además lo importante no es llegar al objetivo de andar, ni conseguirlo pronto, ni antes del año, lo verdaderamente importante es el PROCESO hasta que el niño llega a andar.
Para que el niño pueda desarrollar su inteligencia, como bien decía Piaget,  necesita movimiento y experiencias sensoriales, ya que durante los 2 primeros años, su inteligencia es sensoriomotora. Por lo tanto el bebé necesita CONSTRUIR su inteligencia, estar en contacto con la realidad, con el entorno, con los objetos, el bebé es ACTIVO, necesita ir descubriendo sus posibilidades, necesita ir investigando en el entorno. Y es gracias a su curiosidad, al juego, a la seguridad que le aporta su figura de apego para poder ir alejándose progresivamente sin miedos y a tener a su disposición un entorno preparado (un espacio seguro en el suelo) que le permita moverse en libertad como lo conseguirá.
“A menudo, el adulto es un obstáculo más que una ayuda para el desarrollo del niño” Montessori.
Es cierto que “siempre se ha hecho”, pero hoy en día tenemos información suficiente sobre cómo se desarrolla la inteligencia del bebé, cómo lo hace el desarrollo motor, las repercusiones que tiene en el futuro aprendizaje escolar (sí, el movimiento del bebé está relacionado con la lectura, la escritura, por sorprendente que parezca)… 
Hoy en día tenemos muchos datos que apoyan que el bebé no aprende de forma pasiva, que se construye a sí mismo, de forma activa. Hoy en día tenemos muchos datos para poder afirmar que el niño no necesita NINGÚN APARATO que le enseñe a andar (ni a sentarse, ni a hablar…)

domingo, 22 de mayo de 2016

EL ESPACIO DE JUEGO

Todos los niños, desde toda la historia de la humanidad, nacen con una disposición espontánea, con un deseo irrefrenable de jugar.

Hoy en día sabemos con pruebas de neurobiología humana que el juego es el mejor medio de aprendizaje que existe. No hay ninguno mejor.
Por lo que cuando un niño está jugando, está haciendo la actividad más importante, más constructiva y útil que puede hacer.
Entonces, como padres y madres resulta imprescindible cuidar un espacio de juego en el que el niño pueda jugar con independencia y libertad. Sin interrumpirle, sin dirigirle, respetándole.
Pero ¿qué implica esa libertad en el espacio de juego? ¿Qué le estamos pidiendo realmente al niño/a?

El juego libre y la conexión con uno mismo

Cuando un niño/a entra en un espacio de juego y se encuentra con la posibilidad de poder elegir entre múltiples opciones y propuestas está siendo expuesto a una fuerte conexión consigo mismo:
  • ¿Qué deseo hacer?
  • ¿Qué me gusta?
  • ¿Qué prefiero?
Es decir:
  • ¿Quién soy?
  • ¿Cuáles son mis límites? ¿Dónde acabo yo y dónde comienzan los demás?
  • ¿A quién elijo como compañero/a de viaje?
  • ¿Me siento parte del grupo?
  • ¿Qué significa compartir? ¿Dar? …
Podríamos cuestionarnos si como adultos somos capaces de sostener este nivel de conexión con nosotros mismos.
Muchas veces no lo somos, entonces ¿estamos preparados para acompañar a los niños en esto que se espera de ellos? ¿Es lícito pedírselo a ellos si nosotros mismos no somos capaces de conseguirlo?

¿Qué significa estar conectado?

Estar conectado con uno mismo implica darnos cuenta de quiénes somos y de lo que sentimos (nuestras necesidades, miedos, deseos, predisposiciones interiores…), luego aceptarlo y por último actuar de manera coherente, en concordancia a todo ello.
Es como estar en una continua mirada hacia adentro.
Un adulto conectado consigo mismo es capaz de tomar sus propias decisiones, basadas en su pensar independiente y tener verdadera libertad interior.
Y sin embargo esto que acabo de definir de forma tan rápida puede ser algo inmenso, que pocos adultos consiguen.
Cabría preguntarnos entonces: ¿Por qué nos cuesta tanto? ¿Tendrá algo que ver con nuestra infancia? ¿Cómo jugábamos siendo niños?
Resulta que todos los niños llegan al mundo fuertemente conectados con su verdadera esencia, pero somos los adultos, los que desde nuestros límites y exigencias, desde nuestras imposiciones y falta de mirada, les vamos poco a poco desconectando, anestesiando.
Es suficiente echar un vistazo al sistema educativo prevalente  para comprobar cómo hemos conseguido separar el juego del aprendizaje.
De modo que es muy importante que reflexionemos y seamos conscientes de nuestra manera de considerar al niño y su juego. Porque el juego libre protege y facilita claramente la conexión con uno mismo.

Unas palabras sobre el juego directivo…

Estamos muy acostumbrados a considerar el juego como una forma de entretener a los niños, de modo que existe una tendencia general a ofrecerles juegos dirigidos desde fuera (con normas y reglas) o juguetes definidos (con funciones limitadas y concretas).
Podemos pensar que este tipo de juegos y juguetes (los típicos que se anuncian en TV) son atractivos para los niños. ¡Y claro que pueden serlo! Al menos durante un breve tiempo lo son.
Son atractivos y les gustan porque son más fáciles, requieren un menor esfuerzo que jugar en un entorno con materiales no estructurados, en el que hay que  hacer un proceso mucho más complejo de pensar y de construir el juego.
Pero la función genuina del juego es descubrirse y descubrir el mundo,  es una necesidad intrínseca que los niños necesitan explotar, la única interfase entre el mundo imaginario y el real que se ve muy limitada cuando el juguete también lo está.
Por eso el juego debería ser la mayor parte del tiempo: libre, respetado y sin directrices.

Cómo acompañar esa libertad

¿Y cómo acompañamos los adultos esta libertad? ¿Esta amplitud del mundo? ¿Lo grande que puede implicar el mundo para seres tan pequeñitos?
Primero se debe reducir la libertad para que pueda ser abarcada con sus pequeñas manos. Poder elegir entre un material u otro de los que están al abasto. Y nosotros, adultos, poner pocos pero variados materiales al abasto. Reducir el amplio mundo a sus posibilidades.
¿Y cómo descubrir cuál es la dimensión de libertad que se les puede otorgar?
Observando
  • ¿Sacan cosas de las cajas sin concretar ninguna propuesta?
  • ¿Pululan dispersos?
  • ¿Destrozan lo de su hermano o compañero/a?
  • ¿Hay pulsión?
  • ¿Están descontrolados?
  • ¿Abandonan la propuesta antes de que ni siquiera haya comenzado?…
También como adultos deberíamos poder sostener la libertad que se les otorga, por ejemplo, si estamos dispuestos a que jueguen con arena dentro de casa es porque podemos estar disponibles para poner límites claros, tener un trabajito extra al acabar y poder acompañar la frustración que puedan generar esos límites, siempre es menos trabajoso que jueguen a hacer una construcción de maderitas que jugar con arena dentro de casa.
Por eso, facilitar un espacio de juego no directivo a nuestros hijos exige también un esfuerzo a los padres que no siempre estamos dispuestos o en condiciones de poder ofrecer, porque en realidad es algo que va más allá de unos materiales específicos o de un espacio concreto, es una concepción de uno mismo y de nuestra familia más amplia e integral, más conectada.

jueves, 12 de mayo de 2016

Acompañamiento temprano al desarrollo infantil

Noemí Beneito, maestra argentina

“El concepto de acompañamiento del desarrollo del niño es más amplio que el concepto de estimulación temprana”



Maestra argentina y autora de varios libros sobre educación en la primera infancia, Noemí Beneito estuvo en Lima para dictar unas jornadas sobre acompañamiento temprano al desarrollo infantil para especialistas en el tema de la infancia entre cero y tres años. En la siguiente entrevista, Noemí Beneito expone sus propuestas sobre la educación en la primera infancia, que cuestiona los beneficios de la estimulación temprana. 

¿Por qué usted habla de acompañamiento del desarrollo del niño durante sus primeros tres años de vida en lugar de estimulación temprana?

La estimulación temprana, que es un término más conocido, exige que a un bebe se le estimule de todas maneras sensorialmente, motrizmente, vía el lenguaje, lo que ha llevado a que en algunos lugares los niños y los bebes queden convertidos en robotitos. Es decir, son sujetos a la práctica del adulto, que los mueve, los sube, los baja, los toca, los aprieta. Nosotros consideramos que cada niño se va conformando en su particularidad, cada uno con su relación con un determinado adulto o grupo de adultos, con su grupo familiar, en su contexto y en su circunstancia, y esto nos lleva a pensar que no podemos establecer reglas o esquemas fijos para estimular a todos los niños. Por eso hablamos de acompañar al niño en su desarrollo para que las situaciones sean resueltas entre él y su familia. El concepto de acompañamiento es mucho más amplio que el de estimular a un bebe. Acompañamiento significa trabajar sobre el grupo familiar.

¿Cómo influye un adecuado acompañamiento de los niños menores de tres años en su futuro rendimiento escolar?

Creo que es decisivo. Lo que pasa en los primeros tres años de vida del niño es decisivo, y los seis primeros meses de vida son claves. Todo lo que nosotros somos en la edad adulta tiene directa relación con lo que hemos vivido en nuestra primera infancia, con cómo hemos sido mirados, cómo hemos sido tocados, cómo nos han hablado, cómo hemos sido considerados. Es decir, si hemos sido consultados, se nos ha pedido opinión, o si nos han dicho “tú eres un niño, cierra la boca y obedece, cuando seas grande opinarás”. La construcción de un sujeto es un proceso. La primera etapa de desarrollo está dentro del grupo familiar, por eso es importante el acompañamiento a la familia, a las madres, para ayudarlas a acercarse de la mejor manera a sus hijos. Sabemos que una mamá que fue golpeada de niña es un serio riesgo de que repita ese modelo de comportamiento. En este caso, hay que acompañar mucho más a la mamá que al bebe.

¿Cuáles son los principales aspectos que deben considerarse en el desarrollo del niño durante la primera infancia?

Yo comienzo trabajando con los padres con algo muy simple y sencillo: pidiéndoles que aprendan a llevar a su bebe en brazos, a cargarlo. Un bebe bien sostenido, desde la espalda, bien apoyado en el brazo, empieza a enfrentar el mundo de manera diferente. Ayudo a los padres a ver una manera adecuada de bañar a su bebe. Y para eso no es necesario un lujo enorme, solo se necesita una mantita, un trapito jabonado y una batea para enjuagar al niño. Antes de meter al niño al agua, se le debe avisar lo que va a pasar, y luego enjabonarlo lentamente. Esto ayuda a desarrollar la memoria del niño. En las primeras etapas de vida saber lo que te está pasando y prever lo que te va a pasar, es el desarrollo de la inteligencia.

¿La importancia de la estimulación temprana con juguetes didácticos, música y otras cosas, es un mito?

A los padres les digo que los materiales y juguetes carísimos, que supuestamente sirven para estimular al bebe, no sirven para nada. Los bebes necesitan un espacio con un piso duro y objetos muy simples, como botellas, pelotas. Tenemos que hacer un trabajo serio de difusión, explicando realmente cómo es la construcción de la inteligencia de un bebe, que no pasa por el material didáctico, ni por las cositas que se le hace, ni por sentarlo frente a un televisor, ni por ponerle disquitos de Mozart que es la última moda para hacer hijitos inteligentes. Pasa por el sistema de relaciones con el adulto, por la manera en que el niño es tratado, por la forma que es sujetado como persona, por la forma que es respetado cuando se lo alimentan o cuando se lo deja en el lugar de juego. Tenemos que hacer una seria campaña de desmitificación y de limpieza. A las madres las han vuelto locas con el cuento de la estimulación temprana y viven desesperadas porque no tienen dinero para comprar esos juguetitos caros. Con muchísimo menos, los chicos son más felices, están más tranquilos, más cómodos y tienen un interesante desarrollo del pensamiento.

¿Qué es lo primero que le recomendaría a los padres para acompañar adecuadamente el desarrollo de sus hijos?

Lo primero que les pido a los padres cuando estoy en un curso o en un grupo, es que dejen de estimular a su bebe y que se pongan a mirarlos. Que empiecen a darse cuenta que el bebe nos está todo el tiempo dando señales y pidiendo cosas. Que no se dediquen a enseñarle, que lo dejen. Nosotros somos humanos, y los bebes son humanos, por lo tanto el bebe humano se va a poner boca abajo, se va a poner en cuatro patas, se va sentar, se va parar y va a caminar solo, sin ayuda, y muchísimo mejor que si nosotros lo sentamos, lo paramos y lo hacemos caminar. A veces me miran con los ojos enormes porque no pueden creer lo que les digo. Los adultos somos tan celosos y tan egocéntricos, que creemos que si nosotros no les enseñamos todo a los niños, el mundo se detiene. Resulta que el mundo no solo no se detiene, sino que es mucho mejor cuando dejamos a los chicos tranquilos. El bebe que aprende a caminar solo es un bebe que no se golpea, es un bebe cuidadoso, tranquilo y calmo. Aquel bebe estimulado a caminar es un bebe alerta, y ahí estamos creando a un niñito muy activo. Por lo tanto, lo primero que yo les pido a los padres es mirar a sus niños, hablarles, esperarlos, no meterse con el desarrollo de su motricidad. Esto es un principio básico para los padres, y creo que, en general, es el comienzo. Esto es mucho más barato, mucho más cómodo y mucho más tranquilizador, y a los bebes se le ve espléndidos.

Según varios expertos en diferentes campos se ha comprobado la importancia de la inversión afectiva en la infancia, pero hasta ahora no se hay ningún modelo cuantificable.

Creo que no les interesa decir que es cuantificable. Tenemos 10 mil test que miden la inteligencia, por lo tanto es cuantificable. Yo puedo creer o no creer en esos test, aplicarlos o no aplicarlos, pero existen, por lo tanto eso se puede cuantificar. Lo que pasa es que no interesa hacerlo, porque no interesa invertir en esto. Es una cuestión política. A determinado grupo social se le utiliza políticamente, pero no deben pensar, porque si piensen demasiado ya no son útiles. Les conviene tenerlos como están y que sus hijos estén igual.